El uso incorrecto de los lentes de contacto puede generar problemas, en algunos casos puntuales llegando a infecciones. Los motivos pueden ser uso prolongado, factores ambientales, falta de higiene y el intercambio reducido de lágrimas bajo el lente.
Evitar estos problemas normalmente es fácil, sólo hay que seguir ciertas instrucciones de mantenimiento:
-antes de tocar las lentes, hay que lavarse las manos con agua y jabón, para luego secarlas con una toalla que no deje pelusa.
-las lentes no deben enjuagarse o almacenarse con agua de canilla, ya que tiene cloro, minerales y partículas metálicas que pueden dañar tanto las lentes como el ojo.
-si tiene síntomas de sequedad de las lentes, use gotas aprobadas para la humectación de las lentes
-siempre guarde sus lentes en estuches y soluciones aprobadas para su conservación
-se recomienda que limpie y sustituya el estuche frecuentemente (por lo menos cada tres meses), ya que son una fuente importante de contaminación microbiana
-durante la limpieza, se recomienda frotar con los dedos la lente y enjuagar con la solución destinada a ello, se considera el mejor método de limpieza
– estar atento al tiempo de sustitución de las lentes
-reduce el contacto con el agua, por ejemplo: sácate las lentes antes de entrar a una pileta
– en cuanto a la solución para el cuidado de la lente, se recomienda no reutilizarla o transferirla de un recipiente a otro (puede afectar a la esterilidad de la solución), lo mismo que mantener la punta de la botella limpia y sin entrar en contacto con cualquier superficie.
Existen diferentes tipos de lentes de contacto y cada uno tiene sus propias indicaciones del fabricante para su correcta limpieza y desinfección, así que sígalas detalladamente para mayor seguridad.
Recomendamos hacer un chequeo anual con un oftalmólogo para estar seguros de tener la prescripción precisa y adecuada.