Ya están a pleno rendimiento muchas estaciones de esquí, el deporte invernal por excelencia. Y no solo esquiar, pasara un día en la nieve se convierte en un plan perfecto durante estos meses de invierno, aunque hay que tomar las precauciones necesarias, sobre todo para los ojos.
Pero cuando se sube a la montaña es necesario contar con un buen equipamiento para protegerse tanto del frío como del sol.
Y es precisamente el sol el que puede jugar una mala pasada a la salud ocular. Como explican desde el Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia, que los ojos también necesitan su protección por varias razones.
- En primer lugar, porque el reflejo del sol en la nieve es más brillante e intenso.
- A esto hay que sumarle que, a gran altitud, la atmósfera es más delgada y deja pasar más radiación ultravioleta.
- Se suma además el viento, que hace que los ojos se resequen, entorpeciendo la visión.
- En la alta montaña, las partículas en suspensión, así como los pequeños cristales de hielo, se pueden proyectar contra la córnea.
- Y si se esquía, la velocidad y el viento impiden ver con normalidad, obligando a cerrar los ojos constantemente.
Los ojos en la nieve sufren más que en la playa
Podríamos pensar que, en verano, cuando los días son más soleados, es más necesario que nunca proteger los ojos del sol. Pero la presidenta del Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia advierte de que:
- «Pasar un día en la nieve puede ser más dañino para los ojos que disfrutar de una jornada en la playa. La razón es que la nieve refleja más del 80 por ciento de la luz solar, incluida la radiación ultravioleta”.
Además, la experta señala que, en el caso de desplazarse a la montaña, esta radiación aumenta un 10 por ciento por cada mil metros que se asciende.
- «La mayoría de las personas que disfrutan en la nieve no es consciente de la cantidad de radiación solar que recibe directamente, sumada a la radiación indirecta reflejada en la nieve, lo que puede afectar a la percepción de las formas y colores, así como provocar serias quemaduras en la córnea”.
Y no hay que olvidar que este daño solar en los ojos ocurre tanto si el día es claro como si está nublado, porque durante los meses más fríos del año, “el sol se sitúa más bajo en el cielo y a un ángulo diferente, lo que puede incrementar la exposición a la radiación ultravioleta”, advierte la especialista.
Síntomas de que el sol ha dañado los ojos en la nieve
Según los datos que maneja el Colegio de Ópticos Optometristas de Galicia más de un 20 por ciento de personas que practican esquí padece enfermedades de la visión.
La principal patología que presentan los aficionados a este deporte se conoce como oftalmía, una queratoconjuntivitis o inflamación e irritación constante de la conjuntiva y de la córnea.
- “Los síntomas de la oftalmía de la nieve se presentan a las 4 o 6 horas de haber realizado las actividades en el exterior y la sensación es similar a la de tener un cuerpo extraño en el ojo, acompañado de lagrimeo, fotofobia, ojos rojos y disminución de la agudeza visual”, explican los ópticos.
Esto a corto plazo, pero una exposición a la luz solar sin proteger los ojos también puede provocar daños a futuro. Por ejemplo, puede acelerar la aparición de cataratas y de la degeneración macular asociada a la edad.
Cómo proteger los ojos en la nieve
Teniendo en cuenta estos graves efectos del sol, la mejor forma de evitarlos es proteger los ojos, especialmente en el caso de los niños, puesto que como explican los ópticos optometristas gallegos, “tienen la córnea más sensible y sus ojos son más transparentes por lo que reciben más radiación que un adulto y son más propensos a sufrir este tipo de lesiones”.
Además, no hay que olvidar que los daños que produce la radiación ultravioleta “son acumulativos a lo largo de la vida, por lo que se debe extremar la precaución desde la niñez”, advierten.
Así que siempre que se vaya a bien esquiar o a pasar un día en la nieve es completamente necesario utilizar unas gafas de sol. ¿De qué tipo? Pues como indican desde el Colegio Oficial de Ópticos Optometristas de Galicia:
– Tienen que ser homologadas y con “un factor de protección mínimo de 3, siendo el 4 el ideal”.
– Lentes con filtros de color marrón o amarillo, que ayudan a mejorar los contrastes en la visión.
Fuente: La Nueva España